viernes, 25 de mayo de 2012

En un invierno perpetuo

Esto parece la historia interminable. Un ciclo sin fin. Un invierno perpetuo.
No consigo ver la luz, y cuando alcanzó a ver un pequeño atisbo, pronto se esfuma para volver a esta eterna oscuridad en la que un día entré y no sé como ni cuando saldré.
A lo largo de nuestra vida conocemos a varias personas. Algunas permanecen con nosotros a lo largo de este largo camino, acompañándonos en los buenos y en los malos momentos, intentando hacernos la vida un poco más agradable... y otras, por algún motivo, el destino decide que deben apartarse, abandonarnos en el camino, y dejar de formar parte de nuestra vida.
¿Y cómo consigue uno intentar seguir su vida sin esa persona que le hacía la vida tan agradable, esa persona que consideraba indispensable para continuar caminando?
¿Debe sustituirla por otra? ¿Se puede reemplazar una persona por otra, igual que se reemplaza un televisor por otro cuando un día, de pronto, decide dejar de funcionar y abandonarte? No hay problema con el televisor; si no quiere seguir entreteniéndote, ni estar contigo cuando te sientes solo, se va a la tienda y se compra otro igual, u otro incluso mejor; tiras el que decidió abandonarte y colocas el nuevo en su lugar, y nunca más echas de menos al antiguo televisor.
¿De verdad podemos hacer lo mismo con una persona? ¿Podemos encontrar otra igual? Supongo que si, e incluso se podrá encontrar otra mejor, como en el caso del televisor.
Pero yo no consigo encontrar a nadie que consiga reemplazarte. No consigo encontrar a nadie que me haga la vida tan agradable como TÚ lo hacías. 
¿Por qué decidiste vivir tú vida sin mi? ¿Para que apareciste para al tiempo irte y hacer como si nunca hubieras aparecido?