Sé que no debería y que esto no me hace ningún bien, pero en esta última semana no paro de rememorar los días previos a que me dejaras, intentando encontrar que falló, que es lo que pude hacer mal para mandarlo todo al traste.
Si todo iba tan bien entre nosotros, ¿por qué de pronto tú dejaste de verme como yo te veía a ti?
Sé que no consigo nada dando vueltas a eso, lo único que hago es torturarme, ya que no voy a conseguir que vuelvas a mí. No voy a conseguir que me llames para vernos esta noche, como si nada hubiera pasado. No voy a poder abrazarte con todas mis fuerzas la próxima vez que te vea...
También sé que sería arrastrarme y dejar mi dignidad a la altura del suelo, pero me muero de ganas de decirte lo mucho que te echo de menos. Y de suplicarte que podríamos volver a intentarlo. Volver a empezar de cero. Darle un giro brusco a la relación y que no fuera igual que la anterior, que estuvo destinada al fracaso...
Quizá si cambiáramos pequeñas cosas todo iría mejor. O quizá no...
¿Por qué no puedo aceptar que se acabó?
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